viernes, 20 de marzo de 2009

Verdad, bondad y utilidad

En la antigua Grecia (469 - 399 AC), Sócrates era un maestro reconocido por su sabiduría. Un día, el gran filósofo se encontró con un conocido, que le dijo muy excitado:
- ¿Sócrates, sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?-Un momento, respondió Sócrates. Antes de decirme nada me gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del triple filtro.
-¿Triple filtro?
-Eso es, continuó Sócrates. Antes de contarme lo que sea sobre mi alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo que vayas a decirme. El primer filtro es el de la Verdad. ¿Estás completamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?
-"No, me acabo de enterar y..."
-"Bien", dijo Sócrates. "No sabes si es cierto lo que quieres contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad. ¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?"
-"No. Todo lo contrario...”



-"O sea que, le interrumpió Sócrates, "quieres contarme algo malo de él, que no sabes siquiera si es cierto. Aún puedes pasar la prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la Utilidad. ¿Me va a ser útil esto que me quieres contar de mi alumno?"
-"No. No mucho".
- "Por lo tanto" concluyó Sócrates, "si lo que quieres contarme puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?"


Como docente siempre he pensado que en cada clase, en cada hora, el profesor debe plantearse si realmente ha estado haciendo algo positivo para sus alumnos, para así en la siguiente clase superarse.

Relacionándolo con la vida política, cada acción, cada acto, cada decisión siempre se debe poner a examen para evaluar lo correcto de cada actuación.

Me parece correcta e idónea la evaluación de nuestras actividades según los tres filtros de Sócrates: verdad, bondad y utilidad.

En la marejada política que nos aborda, si cualquier actuación política la valoramos según esos parámetros, podremos distinguir rápidamente quién y qué acciones son correctas y cuales son incorrectas y nefastas.

Montar escándalos, falsos testimonios y sin que tenga esa acción ninguna repercusión en positivo para la ciudadanía, es una mezquindad que sólo descalifica a quien la realiza.


Llevar las obras según los tres filtros, dignifica a las personas y a sus acciones. Esto explica el porqué de la grandeza de Sócrates, y por qué se le tenía en tanta estima. También explica por qué "nunca se enteró de que Platón se tiraba a su mujer"...

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