“Tengo una historia que contaros”, decía José Saramago, con una firme convicción de la importancia de sus palabras, una historia real y que la hemos conocido hace sólo unos días. Para José Saramago, es un “milagro” el que se ha producido en Brasil, ya que el Tribunal Supremo de aquel país, hace escasos días, ha dictado una sentencia que obliga a grandes empresas multinacionales arroceras a retirarse de una región norteña que tiene una extensión aproximada a toda la provincia de Zaragoza, para dejar el territorio a 19.000 indios, sus históricos ocupantes que han luchado durante décadas para hacer posible ese hito.
“Resistieron a todos los intentos de corrupción. Es un ejemplo de dignidad”, señaló el escritor.
Este puñado de seres tribales “que se pintan la cara” ha dado una lección, según argumentó el Premio Novel, ya que “han recuperado sus tierras, pero no su dignidad, porque nunca la habían perdido”.
Esta no es la actitud habitual en el resto del planeta, el no ceder a propuestas dinerarias, a propuestas de “seguridad” y de poder. Los nativos de esta zona de Brasil, persisten en mantener sus territorios, sus costumbres, la vida de los animales y plantas que conviven con ellos antes de cambiar a una vida más “civilizada”. ¿Cuál es el auténtico sentido de civilización?
Todas estas reflexiones las daba José Saramago como si fuera trasmitiendo a los oyentes un valeroso tesoro perdido. Un tesoro que la codicia, la ambición y el egoísmo humano ha desvalijado.
“Resistieron a todos los intentos de corrupción. Es un ejemplo de dignidad”, señaló el escritor.
Este puñado de seres tribales “que se pintan la cara” ha dado una lección, según argumentó el Premio Novel, ya que “han recuperado sus tierras, pero no su dignidad, porque nunca la habían perdido”.
Esta no es la actitud habitual en el resto del planeta, el no ceder a propuestas dinerarias, a propuestas de “seguridad” y de poder. Los nativos de esta zona de Brasil, persisten en mantener sus territorios, sus costumbres, la vida de los animales y plantas que conviven con ellos antes de cambiar a una vida más “civilizada”. ¿Cuál es el auténtico sentido de civilización?
Todas estas reflexiones las daba José Saramago como si fuera trasmitiendo a los oyentes un valeroso tesoro perdido. Un tesoro que la codicia, la ambición y el egoísmo humano ha desvalijado.
Para José Saramago, desde su prudencia y sensatez, debemos tener un cuidado especial sobre la tierra, la tierra que tocamos, puesto que “somos más de la tierra donde hemos nacido de lo que imaginamos”.
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