lunes, 29 de agosto de 2011

El Poder de los Mercados

La religión era, durante muchos siglos, la institución que ostentaba el poder y que manejaba a su antojo las decisiones tanto personales como colectivas ejerciendo un poder casi todopoderoso. Hoy aun quedan zonas muy determinantes del mundo en las que lo religioso prima sobre lo social, lo político o sobre lo económico.


Con la buena fe de los creyentes, estos entregaban su poder a los siempre todopoderosos pastores religiosos que con ese poder tomaban, o toman aun, decisiones trascendentes para los ciudadanos.

Hasta hace bien poco, aun quedan algunas, las dictaduras militares eran las que ostentaban el poder en gran parte del mundo. Los ciudadanos, cedían el poder y las armas a los militares para que los protegieran, pero cuando los militares tenían las armas las usaban muchas veces para someter al propio pueblo que se las había entregado.

Y esto es similar a lo que pasa actualmente con los “mercados”. Los buenos ahorradores entregan sus ahorros a los Bancos y ellos, con el dinero de todos esos ciudadanos, ejercen el poder en contra de ellos mismos. Es la especulación pura y dura con el dinero de los demás. Es la dictadura del” mercado” que ejerce su poder de la forma más impune arruinando pueblos y sometiendo gobiernos sólo con el fin de enriquecerse más.

Los reguladores deberían haber ejercido sus funciones y haber acotado diversas actuaciones de ingeniería financiera que nos han llevado a todos a la situación actual. Pero a esos “reguladores” no los ha controlado nadie y han campado a sus anchas.


Los gobiernos, la política en general, ha cedido su cometido tal vez por estar en sus manos por las significativas deudas públicas que han contraído, cuestión que han aprovechado los banqueros de una parte y los reguladores por otra.

Es el caos del capitalismo feroz, en el que sólo importan los beneficios, la especulación y el pelotazo.

Y es que los banqueros no tienen que responder de su gestión salvo a sus accionistas, los elige el dinero y sólo al dinero han de responder. La banca siempre gana.

Mientras, los gobiernos maniatados en la vorágine de esta coyuntura no pueden responder por haber desaparecido la banca pública que pudiera ejercer de apaciguadora de momentos críticos.

Y los mercados, que somos nosotros mismos en gran parte, siguen de forma automática y con decisiones cibernéticas que siempre optan por decisiones óptimas para maximizar los beneficios dependiendo de supuestos parámetros ininteligibles.

Todo se basa, entonces, en una información, más o menos privilegiadas, de lo que va a ocurrir al siguiente instante, y esta información genera especulación y riqueza para unos pocos y desastre y miseria para muchos.

Lo que ocurre es la consecuencia de primar la economía sobre la política y lo social, y es muy fácil, desde el poder político, caer en apreciar sólo los indicadores económicos para evaluar lo eficiente de la tarea política.

Si hace unas décadas Europa se diferenciaba por su escala de valores (social, político, económico) con la escala de EEUU (económico, político, social), hoy la vieja Europa ha asimilado las prioridades capitalistas de EEUU que conlleva la pérdida galopante del Estado del Bienestar. La única solución es que a través de políticas adecuadas se retorne para que lo social prime sobre otras consideraciones más egoístas.

El poder no lo deben perder los ciudadanos, su soberanía no se puede ceder ni a pastores religiosos, ni a dictadores militares; y nunca debe sucumbir en el ente abstracto que es “el poder de los mercados”.

jueves, 25 de agosto de 2011

El Estado de Bienestar hoy

Recuerdo que hace tan sólo dos años tuve la oportunidad de entablar una pequeña conversación con Miguel Ángel Fernández Ordoñez, Presidente del Banco de España. Él hablaba de la flexibilidad necesaria del mercado de trabajo y siempre ponía de ejemplo el sistema laboral de EEUU porque tenía un paro que estaba sobre 5%, que se podía considerar de casi pleno empleo. Entonces en España debíamos estar sobre el 17%. Le expuse que no eran datos comparables por diversas causas. Primero, por la calidad del trabajo en sentido de seguridad del mismo y de prestaciones sociales, ya que para la mayoría de los trabajadores españoles sería irresistible un sistema, de lo que ahora lo mal llaman “flexiseguridad”, en el que el trabajador está al antojo de las decisiones de los directivos de la empresa en cuestiones como las condiciones de su puesto de trabajo, de su movilidad geográfica, horarios, etc. Y segundo, porque es incomparable la situación de protección del parado en España, con un sistema de derechos perfectamente pautados, en contraposición con los parados del país dominante del mundo que se ven totalmente desprotegidos si no han estado cubiertos con pólizas de seguros, privadas por supuesto.

El tsunami que ha sufrido la Economía Mundial nos está arrastrando a perder las conquistas sociales que durante las luchas de muchas décadas ha conseguido nuestra sociedad. Es verdad que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, es verdad que estamos endeudados y tenemos que devolver lo que nos han prestado, pero ha sido mucho y muy bueno lo que hemos avanzado en los últimos años democráticos en España.

Estamos como la mayoría de los países de nuestro entorno; tal vez mejor que muchos de ellos, como Italia e incluso y aunque Alemania sigue siendo el motor económico de Europa tiene serias carencias sociales.

Las cifras del déficit italiano revelan situaciones peores que las españolas, tanto de deuda pública como de deuda de PYMES y de particulares, hasta hace poco con esas cifras contaban con la confianza de los “mercados” pero los datos son objetivos y ahora también les ha caído encima la amenaza. De Alemania debemos de hablar quitándonos el complejo de inferioridad, ya que su situación laboral y social no es envidiable, aunque siga siendo la “locomotora” de Europa y ello le concede una posición de privilegio a la hora de fijar la política económica, por supuesto neoliberal, de la UE: ahí está el papel de Merkel, criticado por toda la izquierda que está sometida a sus “dictados”.

Un informe de la Comisión Económico-Social de la ONU apunta sobre Alemania:” se discrimina a los inmigrantes, deficiente atención a los ancianos, injusticias en el mercado de trabajo y en el régimen de la seguridad social, 2,5 millones de niños viviendo bajo el límite de pobreza y ausencia de un programa efectivo de lucha contra la pobreza”.

El recorte del gasto social y la flexibilización del mercado de trabajo han dado como resultado, en Alemania, que una peluquera pueda ganar 400 euros y un taxista 900 trabajando doce horas diarias.

En el informe de la ONU se elogian las reformas del mercado de trabajo, que han permitido "el más bajo nivel de paro de los últimos veinte años", soslayando que esas reformas han llevado consigo la ola de precariedad y la liberalización de los “salarios basura” que son el origen de la degradación social y del deterioro del Estado del Bienestar que defendemos.

Oficialmente hay casi tres millones de parados, sigo refiriéndome a Alemania, pero más de cinco millones, entre ellos muchos subempleados que necesitan la ayuda social para vivir porque en muchos casos los sueldos no alcanzan y casi nueve millones de alemanes declaran que desearían trabajar más de lo que trabajan. El éxito alemán en desempleo es también relativo, en una parte porque la ampliación del trabajo precario es su contrapunto y en otra porque además las cifras, simplemente se han camuflado mediante cambios en los sistemas de contabilidad de la Agencia Federal de Empleo.

Esta degradación laboral ha tenido otras consecuencias ya que mientras los beneficios empresariales han crecido considerablemente, los salarios se han estancado al nivel de principios de los años 90. El 10% de los ciudadanos posee el 65% de los activos y el uno por ciento de la población activa, el 25%.

Las relaciones laborales y sociales demuestran que Alemania ya no es “el país del milagro”, del cumplimiento, la corrección empresarial y el buen trabajo que era hace veinte o treinta años. Aunque la diferencia general con España sigue siendo abismal, los alemanes comprueban como sus trenes sólo llegan puntuales en menos del 70% de los trayectos, que las infraestructuras no se diferencian tanto con las españolas y que incluso en los servicios de telecomunicaciones, apenas se difieren de los nuestros.

Por otro lado hay que tener en cuenta la encuesta nacional Deutsche Zustände, de la Universidad de Bielefeld, que reporta un sentir general y crecientemente hostil hacia los débiles o hacia los inmigrantes. Y todo ello les ha llevado, a la postres, a un nuevo estancamiento (0,2 de incremento del PIB).

En España no estamos preparados, por otra parte, para acondicionar nuestro mercado laboral y nuestra economía a los sistemas que utilizan los actuales países emergentes: carentes de protecciones sociales, con salarios que aquí consideraríamos abusivos o basura y horarios laborales degradantes, incompatibles con cualquier vida familiar o social.

Las posibilidades de nuestra economía pueden y deben mantener nuestro Estado de Bienestar siempre que definamos claramente cual es el objetivo a alcanzar. Nada será igual que hace unos años, pero la misión debe ser clara y consensuada por la mayoría de los partidos políticos mediante un gran pacto de Estado sobre esta materia. En otros países han llegado casi todos a acuerdos. La única solución pasa por el acuerdo que ponga en valor nuestras notables fortalezas que nos diferencian y que además nos hacen altamente competitivos.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Sensatez a todas luces

En octubre de 2007, la Asamblea local del PSOE de Alcañiz aprobó ya por UNANIMIDAD una propuesta de resolución que entre otras cosas decía:


“España avanza hacia un modelo territorial de corte federal como consecuencia de las necesarias y oportunas reformas estatutarias impulsadas por el Gobierno del Presidente Zapatero. Es por ello que, ante esta profunda transformación, los socialistas debemos apoyar la consolidación de un federalismo pluralista y cooperativo en el cual el reconocimiento de las diferencias no se haga nunca a costa de la igualdad de los ciudadanos españoles, independientemente de la Comunidad Autónoma en la que residan.

Consolidado plenamente el Estado Autonómico, asistimos en la actualidad en algunas comunidades autónomas, como es el caso de Aragón, a una segunda descentralización. Ello ha permitido la creación de un ente político-administrativo nuevo con entidad jurídica propia cual es la comarca. Estas, a su vez, han ido recibiendo de forma gradual competencias, así como medios materiales, presupuestarios y personales procedentes tanto del Gobierno Autónomo, como de las diputaciones provinciales, con lo cual estas últimas han ido quedando paulatinamente vaciadas de contenido y de razón de ser.

Consecuentemente, estimamos que ha llegado el momento de racionalizar los distintos niveles administrativos. Afirmamos la conveniencia de suprimir las actuales divisiones provinciales y las Diputaciones en aquellas Comunidades Autónomas que hayan implantado, o pretendan implantar en su territorio una nueva delimitación comarcal, una vez los nuevos entes comarcales hayan recibido la totalidad de las competencias transferidas por parte de sus respectivos gobiernos autonómicos y diputaciones.

Debemos recordar que las Diputaciones provinciales, creadas en 1833 como elemento centralizador y de control político del Estado liberal para hacer frente al entonces carlismo insurrecto, han dejado de tener la razón de ser que, tanto entonces, como ahora en el nuevo Estado Autónomico de corte federalista, justificarían su permanencia. También debemos de tener presente que, entre las medidas políticas recogidas en el Programa del PSOE de 1928, esto es, hace ya 79 años, nuestro Partido ya pedía su desaparición y en él se puede leer textualmente: “Supresión… de las Diputaciones provinciales”.

Todo lo dicho supondría una mayor racionalización de los niveles administrativos, una gestión más eficaz, económica y cercana del territorio y de los servicios públicos para con los ciudadanos, objeto último de nuestra acción política como socialistas.”

Han pasado casi cuatro años y ahora parece ser que de verdad se está planteando la desaparición de las diputaciones provinciales. El debate, el pensamiento y las propuestas que deben llevarse a las Agrupaciones Locales, han de ser escuchados sin formar un juicio apriorístico dependiendo de su iniciativa.


Bienvenidos al debate.