Este año, como viene siendo habitual, también San Jorge ha vencido al Dragón.
Cuando los campesinos, artesanos y comerciantes disfrutaban de un bonito día de descanso y asueto, cuando los cetreros exhibían sus artes de caza y adiestramiento, cuando los danzantes estaban recreando bailes ancestrales, cuando todo estaba tranquilo y la música envolvía la apacible mañana, entonces, cuando nadie lo esperaba, apareció el Dragón, con su majestuosidad, con su intolerancia, con sus malas artes.
Cuando los campesinos, artesanos y comerciantes disfrutaban de un bonito día de descanso y asueto, cuando los cetreros exhibían sus artes de caza y adiestramiento, cuando los danzantes estaban recreando bailes ancestrales, cuando todo estaba tranquilo y la música envolvía la apacible mañana, entonces, cuando nadie lo esperaba, apareció el Dragón, con su majestuosidad, con su intolerancia, con sus malas artes.
Todo parecía acabarse, todo estaba acabado. Pero de pronto cuando el Dragón hacía de las suyas, y con la Marcha de los Reyes de Aragón, entra San Jorge con sus caballeros aragoneses.
San Jorge con su caballo blanco, rodea al Dragón, lo debilita, lo somete y por fin con un Ramo de Flores lo aniquila.
Es el Vencimiento del Dragón, es la expresión de que con flores se puede acabar con la intolerancia, con el mal, con la incomprensión y el sometimiento.
Este año, también San Jorge ha derrotado al Dragón y podemos ir todos seguros a comer judías y al recreo al lado del río Guadalope.
Este año hemos representado que hemos vencido, con flores, a la intolerancia.
Esperemos que al año que viene, ocurra lo mismo.
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