Es cuestión de huevos, hace unas décadas los médicos, y la sociedad en general, denostaba los huevos. Decían que tenían mucho colesterol y que eran malísimos y sólo había que degustarlos una vez a la semana, cuando lo habitual era comer al menos una vez al día.
El huevo ha sido el sustento principal de muchas familias y durante mucho tiempo, familias que criaban sus gallinas y de esta forma tenían solucionadas la mayor parte de las cenas.
El huevo es perfecto en sus formas, en su envase ecológico y en sus aplicaciones culinarias.
No sé si por envidia, o por venganza, el almorzar unos buenos huevos fritos con aceite, de denominación de origen del Bajo Aragón, con Jamón, si es posible de Teruel, unas olivas negras de Alcañiz y todo regado por unos vinos recios como los de Cretas o LLedó y para rematar unos buenos orejones de Calanda, ha sido un almuerzo tratado como si fuera el mayor de los pecados. El almuerzo de Pueyos que diría el abuelo Gallineta.
Pocas cosas más saludables que hacen empezar el día con optimismo y con ganas de ir a por todas.
Pero la moda, que eso es, sólo moda, hizo cambiar los hábitos saludables, el vino malísimo, el aceite debería ser de soja o de girasol, el huevo prohibido, o sólo la clara, las sardinas nefastas, las olivas suben la tensión y el jamón descartado. Había que comprar maíz, nueces de California o coles de Bruselas.
Pero la sensatez, la cordura y el comedimiento han vuelto a la realidad lo que sólo eran doctrinas interesadas. Lo decía Grade Covián : “comer de todo, pero en plato de postre” o “ el cuerpo sabe lo que necesita”.
Ahora la moda está en “los huevos rotos” que sólo son huevos con patatas o como se reza en “Casa Marta” “Duelos y quebrantos” que próximamente narrará Fernando Elboj en sus Senderos de Asfalto.
Que no nos adoctrinen, por favor, hasta en la forma de comer.
El huevo ha sido el sustento principal de muchas familias y durante mucho tiempo, familias que criaban sus gallinas y de esta forma tenían solucionadas la mayor parte de las cenas.
El huevo es perfecto en sus formas, en su envase ecológico y en sus aplicaciones culinarias.
No sé si por envidia, o por venganza, el almorzar unos buenos huevos fritos con aceite, de denominación de origen del Bajo Aragón, con Jamón, si es posible de Teruel, unas olivas negras de Alcañiz y todo regado por unos vinos recios como los de Cretas o LLedó y para rematar unos buenos orejones de Calanda, ha sido un almuerzo tratado como si fuera el mayor de los pecados. El almuerzo de Pueyos que diría el abuelo Gallineta.
Pocas cosas más saludables que hacen empezar el día con optimismo y con ganas de ir a por todas.
Pero la moda, que eso es, sólo moda, hizo cambiar los hábitos saludables, el vino malísimo, el aceite debería ser de soja o de girasol, el huevo prohibido, o sólo la clara, las sardinas nefastas, las olivas suben la tensión y el jamón descartado. Había que comprar maíz, nueces de California o coles de Bruselas.
Pero la sensatez, la cordura y el comedimiento han vuelto a la realidad lo que sólo eran doctrinas interesadas. Lo decía Grade Covián : “comer de todo, pero en plato de postre” o “ el cuerpo sabe lo que necesita”.
Ahora la moda está en “los huevos rotos” que sólo son huevos con patatas o como se reza en “Casa Marta” “Duelos y quebrantos” que próximamente narrará Fernando Elboj en sus Senderos de Asfalto.
Que no nos adoctrinen, por favor, hasta en la forma de comer.
1 comentario:
Falta el brazo de gitano de Castelserás.
Con huevos.
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