Es preocupante que desde determinados sectores conservadores se estén realizando llamadas a la “flexibilidad” del mercado de trabajo. Dicen que en EEUU con una tasa de paro muy inferior a la española, la sociedad norteamericana está escandalizada, y que aquí deberíamos estarlo en mayor medida. Pero aún más, altos responsables de organismos financieros ya hablan de la necesidad de la “liberalización” del mercado de trabajo. Inaudito.
Deberíamos de reflexionar. No podemos abandonar nuestro modelo que da cierta estabilidad y seguridad al trabajador. No podemos caer en un modelo de mercado de trabajo, como el que proponen algunos organismos influyentes. Prefiero el 87% de los trabajadores con la seguridad española a los 92% de los Estados unidos con una precariedad que recuerda los tiempos del “señorito” que cada día elegía a las peonadas en la Plaza del Pueblo.
Los derechos y logros conseguidos con la lucha de muchos y durante tantos años, no lo podemos perder ahora. Hasta llegaron a plantear el máximo de 65 horas de trabajo laboral semanal. Impensable.
Los momentos difíciles no deber servir para perder derechos, deben ser una oportunidad para adaptar las medidas correctoras y de control de los mercados laboral y financiero a las nuevas perspectivas económicas.
La solución es educacional, de cambio de algunos hábitos que, poco a poco, el tejido social va haciendo suyos. La sociedad civil va muchas veces por delante y se acopla a la realidad de una forma más rápida que las instituciones. Sólo hay que ver cómo en pocos meses, el ahorro personal y familiar ha aumentado en España en cifras notables. La sociedad civil, el trabajador, ese que no especula y que va a trabajar todos los días, es el verdadero motor de resolución de esta crisis. Por él mismo está ahorrando, consumiendo con mesura y no crea ningún tipo de problema ni financiero ni de casos Madoff, ni entiende del Nasdaq, pero sabe lo que hay que hacer.
Mientras, los billetes de 500 euros siguen sin aparecer, escondidos y esperando oportunidades meramente especulativas como las de años anteriores.
Por otra parte, las empresas que han hecho su política medida, con objetivos, sin echar la manga por el hombro, están sosteniendo el tejido empresarial y laboral. Hay que romper las lanzas para defender a esos pequeños empresarios que desde la racionalidad y la sostenibilidad han hecho viable su empresa y que ahora se demuestra que está preparada para estos tiempos difíciles. Son aquellos que invirtieron en tecnologías, en gestión y en control, y que no se dejaron embarcar por las inversiones fáciles y con alto grado de riesgo.
Bernardo Aladrén, concejal socialista del Ayuntamiento de Zaragoza, en la crisis del 29 lo tenía claro, en momentos de crisis la inversión y las obras públicas deben servir para crear empleo y realizar las obras que la ciudadanía demanda. Y esto es lo que están realizando las administraciones socialistas, incrementar el gasto en inversión pública.
Deberíamos de reflexionar. No podemos abandonar nuestro modelo que da cierta estabilidad y seguridad al trabajador. No podemos caer en un modelo de mercado de trabajo, como el que proponen algunos organismos influyentes. Prefiero el 87% de los trabajadores con la seguridad española a los 92% de los Estados unidos con una precariedad que recuerda los tiempos del “señorito” que cada día elegía a las peonadas en la Plaza del Pueblo.
Los derechos y logros conseguidos con la lucha de muchos y durante tantos años, no lo podemos perder ahora. Hasta llegaron a plantear el máximo de 65 horas de trabajo laboral semanal. Impensable.
Los momentos difíciles no deber servir para perder derechos, deben ser una oportunidad para adaptar las medidas correctoras y de control de los mercados laboral y financiero a las nuevas perspectivas económicas.
La solución es educacional, de cambio de algunos hábitos que, poco a poco, el tejido social va haciendo suyos. La sociedad civil va muchas veces por delante y se acopla a la realidad de una forma más rápida que las instituciones. Sólo hay que ver cómo en pocos meses, el ahorro personal y familiar ha aumentado en España en cifras notables. La sociedad civil, el trabajador, ese que no especula y que va a trabajar todos los días, es el verdadero motor de resolución de esta crisis. Por él mismo está ahorrando, consumiendo con mesura y no crea ningún tipo de problema ni financiero ni de casos Madoff, ni entiende del Nasdaq, pero sabe lo que hay que hacer.
Mientras, los billetes de 500 euros siguen sin aparecer, escondidos y esperando oportunidades meramente especulativas como las de años anteriores.
Por otra parte, las empresas que han hecho su política medida, con objetivos, sin echar la manga por el hombro, están sosteniendo el tejido empresarial y laboral. Hay que romper las lanzas para defender a esos pequeños empresarios que desde la racionalidad y la sostenibilidad han hecho viable su empresa y que ahora se demuestra que está preparada para estos tiempos difíciles. Son aquellos que invirtieron en tecnologías, en gestión y en control, y que no se dejaron embarcar por las inversiones fáciles y con alto grado de riesgo.
Bernardo Aladrén, concejal socialista del Ayuntamiento de Zaragoza, en la crisis del 29 lo tenía claro, en momentos de crisis la inversión y las obras públicas deben servir para crear empleo y realizar las obras que la ciudadanía demanda. Y esto es lo que están realizando las administraciones socialistas, incrementar el gasto en inversión pública.
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