miércoles, 20 de febrero de 2008

La mala educación

Recuerdo la película de Almodóvar que, con el mismo título que este artículo, nos ofrecía una visión concreta, cruda y veraz a un tiempo, del sistema educativo de los últimos años del franquismo. Eran los tiempos del nacional-catolicismo que, implantado por Ibáñez Martín, imponían el autoritarismo y una disciplina ciega que se resumía en la frase “la letra con sangre entra”.

Por ello, frente a este triste pasado, podemos sentirnos afortunados de que la España actual haya superado aquellos tiempos, así como de haber dejado un legado para nuestros hijos un sistema educativo moderno que se basa en temas de la importancia de la educación en valores, de fomentar las ideas de solidaridad, de trabajo en grupo, de espíritu crítico, de convivencia, etc.

Un sistema educativo consensuado con todos los grupos políticos y aprobado por todos menos por el PP. Un sistema educativo en el que todos los alumnos son los protagonistas y en el que se ayuda más al que más lo necesita.

Un sistema educativo vivo, dinámico y moderno, sin sectarismos, en el que todos tienen cabida y en el que todos tienen derecho a la educación.
El PP continúa, todavía, anclado en el más rancio sistema de “enseñar”, que no de educar, que quiere clases con alumnos discriminados, cuando no segregados: los “listos” a un lado y los “tontos” al otro.

El PP quiere priorizar una élite, la misma que defiende sus intereses políticos, económicos y sociales. Ya lo decía D. Manuel Fraga cuando le preguntaban por qué los que ocupaban altos cargos eran de muy pocas familias, a lo cual D. Manuel contestaba sin ningún tipo de sonrojo: “ es por que son de las mejores familias de Galicia y estos si que supieron dar buena educación a sus hijos”.

A esta derecha nostálgica de sistemas educativos pasados le molesta que todos tengamos posibilidades de estudiar, de conocer, de saber. Históricamente siempre se han preparado núcleos elitistas educativos para marcar diferencias con los que nos consideran “chusma”: ese era, y es, el pensamiento de grupos de presión tan influyentes en la derecha política como los Legionarios de Cristo o el Opus Dei (recordemos cuando Escribá de Balaguer aludía a que la “Obra” debía de captar a las personas socialmente influyentes (“locomotoras”, los llamaba) para que éstos arrastrasen al pueblo que, también según sus palabras, debían de ser meros “vagones” que se debían dejar arrastrar por los primeros).

Es inmoral e injusto en un sistema educativo plenamente democrático que sólo puedan estudiar los que tengan medios económicos para hacerlo.

Nosotros, los socialistas, queremos que se amplíen más competencias en ámbito educativo y que la educación sea un derecho universal para todos los españoles.

No puedo compartir la afirmación del candidato Manuel Pizarro cuando dice que el dinero donde mejor está es en el bolsillo de cada uno, que, en su caso, bien llenos están por cierto. Pero, con esta idea, tan egoísta como insolidaria, hubiera resultado difícil, por no decir imposible, que un Estado moderno hubiera hecho carreteras, ni ferrocarriles, ni tampoco tendríamos asegurada la sanidad ni la educación para todos los ciudadanos.

El mejor legado que se le puede dar a un hijo es una buena educación que le capacite para poderse desenvolver en la vida adulta. ¿Y eso lo podemos hacer todos con el dinero de nuestro bolsillo?. ¿Podemos todos pagar los estudios universitarios de nuestros hijos?.
O, en otro orden de cosas, ¿Podríamos pagar todos un tratamiento contra el cáncer con el dinero de nuestro bolsillo?

Queremos la mejor educación para todos, y queremos una escuela moderna, de calidad, con competencias básicas, que sea reflejo de la sociedad en la que vivimos y en la que se atiendan las necesidades sociales de convivencia de nuestra España plural.

Felipe González universalizó la educación y amplió la obligatoriedad de la misma hasta los 16 años. Ahora, José Luis Rodríguez Zapatero da respuesta a los retos de la sociedad del conocimiento, a los objetivos que los países europeos nos marcamos en Europa y a nuevas etapas educativas como la educación infantil de cero a tres años.

El futuro de la educación que es tanto como decir el futuro de nuestra sociedad camina por este sendero y no por la “mala educación”, autoritaria y elitista de otros tiempos con la cual, todavía, no ha querido romper amarras las propuestas que, en este tema, plantea la derecha política.

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