Hacía un poco más de un mes que los agricultores y ganaderos habían celebrado su onomástica, su fiesta y su tradicional hoguera.
Hacía poco que había pasado el 17 de enero, y le habían adornado su hornacina con un perímetro de naranjas frescas.
Hacía muy poco que salió su procesión a recorrer las calles de Alcañiz.
Hacía poco, además, que su vecina Carmela, la cigüeña que habita la torre de la Iglesia del Carmen, había regresado y se disponía a anidar.
Hacía poco que había pasado el 17 de enero, y le habían adornado su hornacina con un perímetro de naranjas frescas.
Hacía muy poco que salió su procesión a recorrer las calles de Alcañiz.
Hacía poco, además, que su vecina Carmela, la cigüeña que habita la torre de la Iglesia del Carmen, había regresado y se disponía a anidar.
Y poco le faltó a un “fanático” para que, según dicen que ya lo había avisado, una buena tarde de cierzo, bajó se su coche una motosierra y se dispuso a aserrar el árbol que había en sus inmediaciones.
La devoción que mostró con dicho acto el aserrador mecánico, es digna de comentar. Le molestaba el árbol porque no podía ver bien al santo, o bien le molestaba que el santo tuviera sombra en verano.
Un ver realizada la fechoría, árbol caído en el suelo en la propia Plaza de Mendizábal, paró su motosierra, la guardó en el coche y se fue.
El Ayuntamiento ha recogido el árbol, ha plantado uno nuevo. Esperemos que el impulso talador del “fanático” no se prodigue nunca ni con ese ni con otros árboles que supuestamente le molestan. A San Antón no le molestan ni los árboles ni los pájaros.
Sorprendente.
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