viernes, 22 de octubre de 2010

Julián Gil, el gran desconocido

Julián Gil Cerdán, alcañizano, fue alcalde presidente del Ayuntamiento de Alcañiz por tres veces. La primera desde el 17 de octubre de 1931 al 29 de octubre de 1934, la segunda desde el 20 de febrero de 1936 al 31 de marzo del 1936 y por último ocupó la alcaldía en la propia contienda desde el 19 de octubre del 37 hasta, supuestamente, el 28 de abril del 38.

Julián Gil tenía dos hermanos, José y Mauricio que eran también del grupo de Izquierda Republicana, partido que unía una parte importante de la izquierda alcañizana y que tenía su Sede Social en el Centro Republicano que llenaba de actividades las tardes de los domingos. Julián se dedicaba al almacenaje de aceite y a su posterior venta al exterior.
Aunque de Julián Gil pocas noticias y pocos reconocimientos se tienen, me atrevo a contar una que me resulta al día de hoy muy curiosa.
Julián Gil fue el que llevó adelante la operación urbanística más importante en Alcañiz, en su época, como fue la construcción de la Carretera Nueva, luego llamada Avenida José Antonio y ahora Avenida Aragón.


Tuvo, Julián, todos los problemas del mundo, se buscó muchísimos enemigos solamente por el hecho de querer que esa Avenida fuera completamente recta. Ortelanos, campesinos y en su conjunto los propietarios afectados, no cejaron y pusieron todas las trabas posibles para que la obra no se realizara tal como estaba diseñada por Julián Gil.


Propuestas de nuevos trazados con el fin de que no tocaran sus fincas eran las solicitudes que Julián Gil recibía en su despacho habitualmente. Pero Julián Gil en sus trece no cedió y gracias a su perseverancia podemos, aun hoy, disfrutar de una avenida completamente recta de unos 1050 metros.
Claro, ya en los años 50 y 60 todos los alcañizanos tenían claro que el crecimiento de Alcañiz pasaba por una paralela a la Avenida Aragón pero eso fue imposible ya que los mandatarios de esta ciudad sí que cedieron a los intereses particulares, y así se creó este "urbanismo inabordable" que tenemos en el Vivero.
Sería muy sencillo comparar aquella obra con otras actuales, pero no es el motivo de este artículo, aun que sí hacer una pequeña reflexión: ¿podría Alcañiz haber tenido un circuito como el Circuito Guadalope sin haber podido contar con una recta como la de la Avenida Aragón?


Aun hoy, la Avenida de Aragón es motivo de orgullo y de modernidad de nuestra ciudad, y se lo debemos a un alcalde que no tiene ningún reconocimiento de su ciudad, Julián Gil.

2 comentarios:

Eliza dijo...

Me ha enternecido tanto este artículo que en este momento apenas puedo encontrar palabras para dar salida a mi euforia. Por fin tengo la certeza. Mi madre estaba segura, pero yo reconozco que muchas veces he dudado. ¿Como un alcalde de un pueblo tan importante y en plena guerra civil no va a aparecer por ningún sitio, mama? A ver si vas a estar equivocada...
Llevo buscando desde el 2007. Puse un tag en el foro de memoria histórica y tampoco tuve respuesta.
Ahora si. Gracias, muchas gracias, Sr. Lacueva. Su artículo sobre Don Julián Gil me ha emocionado a mí y ha hecho inmensamente feliz a mi madre. Aquí la tengo, a mi lado y también le da las gracias. En 1936, apenas empezada la guerra civil, mi madre y su hermano, de 7 y 9 años, respectivamente, llegaron a Alcañiz procedentes de Madrid. Eran niños evacuados que iban con otros muchos a los que sus padres querían poner a salvo del horror. Mi madre y su hermano tuvieron mucha suerte. Don Julian se llevó a los dos a su casa. Cuenta mi madre que el alcalde sólo quería una niña pero ante los lloros de aquella optó por llevarse también a su hermano. "Cuando llegue a casa con los dos, doña Francisca me mata". Eso dijo el alcalde, dice mi madre. "Pero prefiero morir a manos de mi mujer a que me rompa el corazón tanta llantina". Y así, Carmen y Martín pasaron a "formar parte" de la familia de Julián y Francisca. Mi madre, a sus 81 años, recuerda a D. Julián como una persona buena, afable, dulce, cariñosa. Mi ángel, dice. Julián estaba en permanente contacto con mis abuelos poniéndolos siempre al tanto de las andanzas del revoltoso Martín y de la hacendosa Carmen.
Tras el bombardeo de Alcañiz, Julían se puso en camino con los niños hacia Barcelona. Allí los dejó en un colegio pese a las protestas de mi madre que no quería separase de él. Julián la convenció de que en aquellos terribles momentos lo mejor era el colegio. Iba a verlos casi a diario hasta la que fue su última visita. "Me tengo que ir a Francia", dijo. Mi madre le pidió una y otra vez que la llevara con él. "No puedo, bonita mía. El viaje es peligroso y además, no debo alejaros tanto de vuestros padres. Debeis quedaros aquí. Esto acabará muy pronto y antes de que os deis cuenta estareis de nuevo en Madrid con ellos".
Fue la última vez que se vieron. Pero mi madre le sigue recordando. Siempre le recuerda. Allá por los años setenta estuvo en Alcañiz pero nadie le supo dar razones de Don Julián. Que había muerto en Francia al igual que su mujer, Doña Francisca. Es lo único que le dijeron. Qué cruel es el olvido.
Le escribo todo esto porque quiero que a la memoria de este gran hombre se añada su excepcional talla humana y se le recuerde un poco más también por ella.
Le agradezco también, Sr. Lacueva, la información adicional que ahora tenemos. Mi madre me contaba que había muchos trujales en aquella finca. Ahora sabemos porqué. Yo, como hija de aquella niña a la que Julián Gil Cerdán cuidó e hizo feliz, quedo a su disposición para, llegado el caso, aportar a través de mi madre cualquier información que estando en nuestras manos, pudiera necesitar. Un afectuoso saludo.

Ángel Lacueva dijo...

Me ha llenado de extremo asombro, lo injusta que es a veces la historia y que no tenga a julián Gil en el sitio que se merece.
Su escrito me parece tan entrañable y tan deseado que me hace sentir orgulloso el sacar adelante el reconocimiento a Julián Gil.
Nos pondremos en contacto.
Muchísimas gracias.